lunes, 8 de abril de 2013

ANTECEDENTES HISTÓRICOS SOBRE INVESTIGACIONES DE HABILIDADES MUSICALES


Queridos amigos, les dejo un fragmento de mi Tesis de Magister en Educación Superior  en donde he recopilado algunos antecedentes respecto a la investigación de las Habilidades Musicales. En todas estas investigaciones se vislumbra el beneficio que tiene en el ser humano la Música.

 El concepto de habilidades musicales tiene una fuerte historia en el siglo XX. Los primero estudios y test centraron su foco en la percepción auditiva, luego estudios posteriores se centraron en estudiar los diferentes elementos de la percepción, desde el desarrollo de los primeros test hasta hoy. Hoy en día se observa una mayor atención a la adquisición de habilidades musicales vinculadas con la práctica (Hallam & Shaw, 2002)

En 1938 Carl Seashore, fue pionero en la investigación del área de psicología y música. Dicha investigación lo llevó un año más tarde (1939) a generar un test de habilidades musicales, el cual se enfoca principalmente a habilidades sensoriales que están relacionadas a la percepción de los fenómenos sonoros. Los fenómenos sonoros en este caso corresponden a componentes pre-musicales que no son música como tal, pero que son fundamentales en la elaboración de música, estos son: timbre, duración e intensidad de los sonidos. (Samperio Flores, 1994).

El test de habilidades musicales de Seashore fue muy cuestionado por estar fundado en elemento que se consideran pre-musicales y no contextualizado a la música en su completitud. Luego aparecieron medidas colectivas como la prueba de Draque de Aptitud Musical (Drake, 1954) y el Perfil de Aptitud Musical (MAP), propuesto por Edwin Gordon (1965), el cual se especializó en la construcción de test de diferentes aptitudes musicales como lo son: Medidas avanzadas de Audición de Música, Prueba de Preferencia de Timbre de Instrumento, Registro de prontitud para la improvisación armónica, Registro de prontitud para la improvisación y prueba de Iowa de Alfabetismo Musical (Lewis, 2003).

En 1992 Ellen Dissanayake entrega una aproximación adicional de las habilidades musicales en donde propone que estas habilidades se forman junto con las competencias perceptuales, cognitivas, emocionales y conductuales. Estas habilidades se desarrollan durante la primera infancia a través del proceso de apego entre madres e hijos (hominización), por medio de vocalizaciones, movimientos corporales y expresiones faciales (Morán Martinez, 2009).

Samperio Flores en 1994, a partir de su investigación “características de un test de aptitudes musicales para la escuela” señala que una aptitud musical importante pero que no se considera demasiado en los test de habilidades musicales corresponde a la memoria musical. Considera  que a pesar de lo asemántico que es la música respecto a la literatura en ideas concretas, existen puntos en común entre la memoria aplicada en la lectura de textos y la memoria musical. Finalmente plantea un set de ítems de memoria musical, separada en memoria rítmica de duraciones, memoria rítmica de Acentuaciones, memoria melódica y memoria armónica (Samperio Flores, 1994).

Dentro de la neurociencia, en 1995 Gottfried Schlaug (Schlaug, Jaencke, Huang, & Staiger, 1995) descubrió que los músicos profesionales presentaban en su cerebro un cuerpo calloso más grande que los músicos no profesionales (Lewis, 2003). Luego en el año 2009 Schlaug tras un experimento con un grupo de niños instrumentistas,  concluye  que el cuerpo calloso del cerebro de estos niños investigados (los cuales realizan prácticas musicales metódicas por tres años) creció en un 25% en relación con el tamaño global del cerebro. Esto implica directamente una mejor conexión entre ambos hemisferios cerebrales (Morán Martinez, 2009).

En el año 2000, el Dr. Gary E. McPherson en su artículo llamado “investigación de las habilidades requeridas para tocar un instrumento musical” señala que la enseñanza instrumental tradicional necesita un refinamiento y re-evaluación  del repertorio que se selecciona para que el alumno aprenda, de tal manera de poder destacar procesos metacognitivos y creativos de la ejecución de su instrumento. En este caso nos referimos a actividades auditivas y creativas que permitan tocar de oído, generar una práctica mental, poseer memoria musical e improvisar (McPherson, 2000). Esta conclusión posee una convergencia entre los experimentos de Shlaug (1995, 2009) y la teoría de la especificidad de los hemisferios cerebrales, la que señala que el hemisferio de izquierdo controla las acciones cognitivas y el hemisferio derecho controla las acciones creativas, por lo tanto al poseer un cuerpo calloso cerebral más desarrollado que lo normal, asociamos una mejor conexión entre hemisferio izquierdo y derecho. Finalmente, al señalar McPherson lo necesario que es seleccionar un repertorio para que el alumno destaque procesos metacognitivos y creativos, está conectando ambos hemisferios cerebrales.

En el año 2007,  Alicia Sebastiani y Silvia Malbrán del conservatorio de Música Luis Gianneo, estudiaron las Habilidades Musicales “Claves” que poseen los músicos de la Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata. Este estudio resulta concordante con estudios previos realizados por Hallam y Shaw (2002) en donde las habilidades para músicos de corte sinfónico se jerarquizan de la siguiente manera: 1) Interpretación, 2) pericia instrumental, 3) concertación grupal, 4) precisión rítmica, 5) improvisación y 6) lectura a primera vista. (Sebastiani & Malbrán, 2007)

María Morán en el año 2009, en su investigación “Psicología y Música: Inteligencia musical y desarrollo estético” señala la existencia de puntos atípicos dentro de las competencias musicales, Los que corresponden al extremo de los superdotados y el extremo de los dismúsicos. Estos dismúsicos generalmente poseen lesiones en el hemisferio izquierdo del cerebro, los cuales pueden presentar algunas anomalías que se separan en tres niveles. A) imposibilidad de discriminar sonidos. B) trastorno estructural, no distingue entre alturas, duración, timbres. C) Trastornos semánticos, perciben la obra pero no reconocen los sonidos que están escuchando (Morán Martinez, 2009).

En el 2012 Angel Osle Ezquerra de la Universidad de Londres, publicó su investigación titulada “Relación entre la aptitud musical y el grado de comprensibilidad del habla en una segunda lengua: estudio de un grupo de alumnos de español de la escuela secundaria inglesa.” Concluyó al igual que Douglas y William en 1994 que existen diferencias entre los grupos de investigación en el aprendizaje de una segunda lengua según sea la formación musical previa de ellos. Se obtienen resultados de comprensión de la segunda lengua significativamente mayores  para los estudiantes que tienen una formación musical  previa que los sin formación musical (Osle Ezquerra, 2012).